Oraciones al Niño Jesús Fundador

ORACIÓN

Omnipotente Dios y Padre Mío. ¡Mi buen Jesús!, Niño preciosísimo, ya que los ojos del cuerpo no pueden deleitarlos en mirarlos por estar escondido en ese Augusto Sacramento; descubríos a los de mi alma y daos a conocer como Dios que sustenta la vida del alma.

¡Oh amor infinito que me amáis más de lo que me puedo imaginar! ¡Santo Niño!, Descanso de todas mis penas! ¡Piadosísimo y amorosísimo Jesús de mi corazón!

Cuán grande es el amor que nos tenéis, pues vuestras delicias son vivir en nuestra compañía en el destierro de este mundo, para acudir al remedio de nuestras necesidades. ¡Oh verdadero esposo de nuestras almas! Qué mal os paga la que es infiel e ingrata. ¡Decís desde ese Sacramento, si alguna tiene sed, venga a mí y beba! “Venid a mi los que estáis trabajados y yo os aliviaré”. Fiado en tan dulces palabras, a vos acudo para que saciéis la sed de mi alma con las cristalinas aguas de la gracia y me consoléis y fortalezcais en los trabajos y tentaciones de la vida.

Novena

1° día

PRIMER DIA

NUESTRA ELECCIÓN

Agradezcamos a nuestro padre dios, Por habernos elegido para gozar de Él.

Dios, desde toda la eternidad, pensó en un plan para nuestra naturaleza débil enfermiza y mortal pudiera permanecer, ya Glorificada, gozando de su presencia. Para Realizar esto, primero escogió a un hombre  que fuera la cabeza de una familia y después protegió y todavía ahora continúa protegiéndolo al PUEBLO formado por esa familia.

A Abraham, anciano de 75 años, lo invita a probar su confianza en El, saliendo de su tierra y dejando a sus parientes. Abraham, viejo y cansado, como estaría un hombre de su edad, se dispone a salir inmediatamente a donde Dios le mande. En recompensa a su fidelidad, Dios le promete tener un hijo que va a ser padre de una familia incontable. Para el viejo Abraham, que no había tenido hijos en toda su vida de matrimonio, esta noticia es alegre y consoladora, una verdadera recompensa de nuestro Padre Dios Bueno.

Pero a los pocos años, Dios le exige otra Prueba de fé y de confianza, pidiéndole que sacrifique a su propio hijo Isaac; enseña prometida de ser cabeza de una gran familia Abraham, lejos de dudar de Dios, ha aprendido a confiar más en Él, y por eso decididamente va a sacrificar a su hijo, aunque Dios no se lo permite, pues le basta la intención verdadera. Esta confianza absoluta que demostró Abraham, hace de él, el fiel amigo, y de Dios, el Protector que le da una GRAN BENDICIÓN.

Isaac, hijo dado como recompensa a la fé de Abraham, lleva consigo una promesa de  bendición especial, la cual se extiende a la familia que después forma y finalmente  cuando luego esa familia va creciendo en un pueblo, continua llevando esa Bendición. Ese será el pueblo bendito. –El Pueblo de Dios.

De esa familia y de ese pueblo, nació el Mesías, Salvador que hecho Niño celebramos en este primer día de novena.

¡Jesús, hijo de Abraham, hijo de Isaac, hijo del pueblo de Israel, apiádate de nosotros! Amén.

2° día

SEGUNDO DIA

EL SEÑOR NOS SALVA

Agradezcamos a nuestro Padre DIOS que quiso salvar a ese pueblo que formo de una familia escogida.

El pueblo bendito de dios, pueblo formado de las familias benditas por dios, en nuestro Padre Abraham, ha tenido que ir, forzado por el hambre de la tierra de Egipto, y después  de muchos años de felicidad, sigue un  tiempo de cautiverio, en el que los egipcios tratan a los hijos del pueblo, peor que esclavos.

El pueblo reza a su Dios el Dios de sus padres Y el Señor los escucha y les envía a Moisés para que los arrebate de las manos del  gobernante faraón. Dios envió castigos grandes a Egipto y a sus gobernantes, para forzarlos a dejar salir a su pueblo. Después de mucha resistencia, el Faraón, ante la muerte  de todos los hijos mayores de los egipcios,  deja finamente salir al pueblo de nuestros antepasados todavía el Señor hace un nuevo milagro: hace pasar al pueblo ya incontable,  por medio del mar y cierra luego el camino a sus enemigos que los perseguían. Así salva el señor poderoso a su pueblo, así Libera el señor a los que confían en El. Dios  no abandona a aquellos a quienes ha prometido Su bendición por eso, llegada la plenitud de los tiempos nos envió a Jesús Salvador, a Quien esperamos ansiosos en este segundo día de novena.

Gracias Señor Jesucristo que salvaste a tu pueblo; nosotros; no de la mano esclavizante de un rey, sino de la humillante existencia bajo un espíritu cruel  y poderoso: el demonio.

¡Señor te esperamos, ven de nuevo a librarnos del mal, quita de nosotros el pecado y el mal!

Oración litánica.

Oración final.

3° día

TERCER DIA

NUESTRA ALIANZA CON EL SEÑOR

Agradezcamos a nuestro Padre Dios, porque quiso entrar en una alianza con nosotros para podernos bendecir siempre.

Ya libre el pueblo de Israel, el pueblo escogido de nuestros antepasados, quiso el Señor hacerse sentir más cerca de su gente y hablar con ella cómo lo había hecho con nuestro Padre Abraham, con Isaac y con Jacob. Por eso convoca el Señor a todo el pueblo; para sellar un compromiso de asistencia Y bendición continuada.  Quiere también el Señor, pedir el primer esfuerzo del pueblo, pues hasta ahora todo lo ha recibido sin devolver nada a Dios.

Por eso le promete su continúa protección la fuerza de un Dios poderoso, el dueño absoluto de todo cuanto existe,  si nuestro pueblo se compromete a ser fiel a sólo Dios, observar su voluntad manifestada en sus diez palabras: el decálogo. El compromiso es: “Tú serás mi pueblo y Yo seré tu Dios”.

¿Sabemos estimar la gran misericordia de Dios? él hace un compromiso de fidelidad con nosotros, pues nos dice. -No te escogí porque fuera hacen más fuerte ni el más numeroso sino por mi pura misericordia.

¡Señor, que más testimonio queremos de tu fidelidad! Nos has mandado al mismo Jesucristo, tu Hijo Unigénito, para que sea como el signo viviente de que tu alianza continúa con nosotros y qué Tú sigues siendo fiel a tu Palabra.

Que Jesús a quién celebramos preparándonos en esta novena, nos recuerde este compromiso ha hecho contigo de observar tu decálogo, tus palabras.

Oración litánica

Oración final

4° día

CUARTO DÍA

NUESTRA PEREGRINACIÓN EN LA VIDA

Pidamos a Cristo nuestro hermano que nos haga vivir conscientes de que tenemos que llegar a una casa definitiva.

Terminada la Alianza de fidelidad y amistad moto entre Dios y su Pueblo el compromiso de Dios de proteger eternamente a su Pueblo que a su vez la había jurado fidelidad; el pueblo se encamina ahora en una penosa peregrinación a través del desierto, sufriendo muchas privaciones pero con la esperanza de que va a llegar a poseer una tierra que será su tierra y una casa en la que podrá disponer a su gusto, no como la esclavitud de Egipto.

A pesar de las dificultades y sufrimientos que tiene que padecer el pueblo; hambre, sed, mordeduras, de serpiente enemigos que vencer y otras más, el Señor siempre estuvo cumpliendo su Palabra de protección; haciendo brotar agua que apagará su sed, enviando maná que saciara su hambre, levantando caudillos valientes que lo protegieran y sobre todo con una presencia tan visible que fuera capaz el pueblo, de mirar y sentir la protección de Dios.

Después de muchos años, El señor sigue cumpliendo su Alianza con nosotros:  nos ha mandado a nuestro Señor Jesucristo que es el camino que nos conduce al Padre, ya que si cumplimos sus enseñanzas llegaremos directamente a la gloria.

Señor Jesucristo que quisiste nacer de una mujer, como todo niño, para acompañarnos en la peregrinación de esta vida que no sabemos cuanto durará, llévanos de la mano por ese camino seguro al Padre y haz que  recordemos que no tenemos en esta tierra habitación definitiva para sepamos utilizar la vida, las riquezas, las amistades,  el amor,  la salud y la enfermedad, como un  medio de encontrarte a Tí y de proclamarte ante los demás.

Oración litánica

Oración final

5° día

QUINTO DÍA

DIOS CUMPLE SIEMPRE LO QUE PROMETE

Adoremos a Cristo y Hombre porque viene a cumplir la promesa de nuestro Padre Dios, de no abandonarnos a nuestros pecados si no darnos la salvación y la redención para que con nuestra cooperación llegamos a la Felicidad Perpetua.

“Sal de tu Tierra y de tu parentela a otra tierra que yo te mostraré”. “Tú serás padre de una gran nación”. “Más que las estrellas del cielo y que las arenas del mar, serán tus descendientes”. Estas son las promesas que Dios hizo Abraham hace muchos miles de años.

Ahora, cuando Dios conduce y auxilia al pueblo descendiente de Abraham, a lo largo de 40 años de sufrimiento y sacrificios, es con el único fin de llevarlo a esa tierra que había prometido a Abraham.  Tierra hermosa, fértil y abundante, tierra escogida y preparada por Dios para su pueblo que ama.

El pueblo llega esa tierra con la alegría de quien recibe las escrituras de su casa después de muchos años de descontarle su sueldo. Ahora ya está en su casa; más alegre todavía cuando sabe que no está sólo, sino que la bendición de Dios habita en esa casa. ¡Que felicidad llegar finalmente a su destino! El pueblo – del cual formamos parte – ya tiene la tierra que Dios le había prometido.

¡Que felicidad sentiremos al recibir la posición eterna de la gloria que Dios nos tiene prometida! Después de este destierro en el que sufrimos y luchamos y para preparar esa felicidad que nunca más terminará. La muerte para nosotros no debería tener ese sentido del miedo y horror sino la esperanza de la recompensa querida con nuestro esfuerzo y la ayuda de Dios.

Desde los orígenes de la humanidad, poco después del primer pecado de desobediencia, cuando la primera pareja de nuestros padres se encontraba confusa y avergonzada por la falta cometida,  miedosa de la presencia de Dios, triste porque finalmente se daba cuenta del tremendo engaño ocasionado por el demonio – serpiente. Dios lleno de compasión y misericordia se muestra como un Padre. Si bien castiga a los que han pecado, promete con todo, mandarnos un liberador que venza y humille completamente al enemigo demonio,  que se aprovechó de la inocencia de Eva.  Nosotros, descendientes de ese pueblo escogido por Dios, ya hemos tenido la dicha de recibir a ese Salvador que humilló al demonio y nos restituyó la amistad perdida con Dios.

Señor Jesucristo, que nos muestres el camino de esta tierra prometida que nunca acabará y que te adelantaste al cielo para prepararnos un lugar y nos esperas allí; ayúdanos a no defraudar ese esfuerzo hecho por nuestro Padre Dios, para que nada nos falte en orden a poseer esa glorificación, sino purifícanos y auxílianos para que en el cielo gocemos junto al premio de nuestros esfuerzos.

Oración litánica

Oración final

6° día

SEXTO DIA

LA RESPUESTA DEL PUEBLO: (DESOBEDIENCIA)

Pidamos a Cristo Nuestro Herrmano que ya que se hizo hombre por salvarnos del pecado, nos libre de seguir ofendiendo a Dios y haciéndonos mal a nosotros mismos.

Hasta ahora todo lo había hecho Dios y por eso todo estaba bien; había librado al pueblo que misericordiosamente había elegido; con más misericordia todavía había pactado una Alianza con ese pueblo, en la que Dios se comprometía a protegerlo y sustentarlo continuamente; los había conducido y acompañado a través de todo el camino de Peregrinación por el desierto.

Pero… ¿Cuál es la felicidad del pueblo a esa alianza? ¿Cuál es nuestra respuesta de hijos agradecidos a la protección de nuestro Padre?…

Todavía resonaban las palabras de comprensión que en un grito unísono había pronunciado el pueblo: “Haremos todo lo que el Señor nos mande”;  y todavía Dios no acababa de dar todos los detalles del compromiso a Moisés, el representante del pueblo; cuando toda esa gente que pocos días antes hubiera sido capaz de sufrir cualquier cosa por ser fiel a su Dios que los liberó de Egipto, se burlaba ahora de ese compromiso solemne, cuya primera exigencia era: “No adorarás a dioses falsos, ni tendrás a otro dios más que a mí”.

“Baja hora del monte, porque tu pueblo ha pecado ya” dice a Moisés… Desde lejos se oía el bullicio y la fiesta de alegría alrededor de una estatua en forma de becerro que había fabricado para darle culto y así burlarse del Dios verdadero. Este es el primer pecado del PUEBLO DE  DIOS  después de una alianza prometida con juramento. Tristemente a este pecado siguen miles y miles más: “No trajiste a morir de hambre en el desierto”… También que estábamos en Egipto,  teníamos comida suficiente”…

“Cómo recordábamos cuando nos sentábamos junto a las ollas llenas de carne, de pescado y de ajos y cebollas”… Estas frases y tantas y tantas más nos muestran el corazón mal  agradecido de un pueblo olvidadizo e ingrato.

Señor Jesucristo, que quisiste nacer niño como todo el mundo, para poder morir y dar así, una satisfacción al Padre, nuestro Dios, borrando en tu Redención todo lo ingrato de nuestros pecados, enséñanos el camino de la penitencia para quitarnos la mancha que nos aleja de Dios, para que limpios  como Tú y tu Santísima Madre, podemos ser en nuestro cuerpo y en toda nuestra persona, la casa hermosa donde habiten con satisfacción Tú con tu Padre y el Espíritu Santo.

 

Oración litánica

Oración final

7° día

SEPTIMO DIA

EL SEÑOR NOS CASTIGA PARA NUESTRO BIEN

Espíritu Santo, consolador de los tristes,  ilumínanos para aceptar los sufrimientos, penas y tristezas que nuestro Padre Dios nos envía, para que imitemos a Jesucristo que sufrió y murió por alcanzar nuestra salvación.

El pueblo de Dios ya situado en la tierra que Dios le había prometido y dado, se siente feliz y próspera grandemente; se vuelve un gran reino figura y símbolo del futuro reino, que Dios salvará. Los de hambre son ahora  pueblo próspero y respetable de Señores, y esto, gracias sólo a la misericordiosa mano de Dios que los ha protegido, conducido y dado finalmente en posesión una tierra.

Pero, ¡Qué tristeza!… mientras más esfuerzos hace Dios en tener bien a su pueblo, más es el olvido de la alianza sellada entre el Pueblo y Dios. Pronto se fastidian de que Dios los dirija personalmente por un representante y piden un rey absoluto como el rey de los otros pueblos; Dios les concede Reyes buenos y virtuosos pero pronto también ellos se contagian de la maldad de su pueblo. La idolatría y las malas costumbres de los vecinos van apoderándose de la gente del pueblo escogido y corrompiendo más y más el ya de por sí duro corazón de los Israelitas.

Pérdida de la amistad con Dios, se siguen las divisiones dentro del mismo pueblo, las envidias, las injusticias, la sociedad de las costumbres… De todo probó el Pueblo de Israel, el Pueblo Santo, el Pueblo consagrado especialmente a Dios; poco no va siendo más que una fuente de podredumbre.

Por eso el Señor tiene que poner un remedio y éste de ahora es doloroso: Los enemigos más poderosos. Asiria y Babilonia, se apoderaron primero de una parte del pueblo, destruyeron todas las ciudades y se llevaron a todos cautivos, dejando en la desgracia lo que había  sido ya el gran Reino de Israel.

A los pocos años Babilonia se llevaba cautivos a la otra parte del Pueblo, al Reino de Judá.  Los que no quisieron ser libres bajo la protección de Dios, son ahora esclavos bajo reyes tiranos; los que no quisieron vivir honradamente en su casa propia son ahora tratados como manadas de animales.  ¡Cuántas veces esta sigo siendo la situación nuestra, rechazamos el vivir libres bajo Dios y entonces el pecado nos esclaviza al mal y al demonio!

Pero está cautividad y esto sufrimientos llevará a muchos del pueblo, a encontrar nuevamente Dios. Pronto el pueblo esclavo se acordará de su Dios que lo salvó de aquella esclavitud tremenda de Egipto, y  con lágrimas reconocerá sinceramente su culpa y prometerá una conversión. La cautividad le sirve de remedio y purificación.

Señor Jesucristo, qué quisiste hacerte niño para que con más confianza acudamos a Tí que eres semejante nosotros; Tú que siempre estás dispuesto a escucharlas cuando nos arrepentimos de nuestra vida mala, danos un corazón sensible a todo lo que has hecho por nosotros para que te adoremos con humildad y te invitemos con sencillez y limpieza de vida.

Oración litánica

Oración final

8° día

OCTAVO DÍA

SOMOS LOS PROFETAS DE DIOS

Pidamos al Espíritu Santo nos llene de gracia y santidad para proclamar las maravillas que ha hecho Dios por nosotros su PUEBLO.

Nuestro Padre Dios, siempre atento a lo que falta a sus hijos, viendo la tristeza del cautiverio y el arrepentimiento de un gran número de sus gentes, les envía profetas, que haciendo las veces de Dios, instruyan al Pueblo, muevan su corazón, y le muestren el único camino de volver a Dios es renovar la Alianza hecha con El, hace tantos siglos; tan firmemente prometida, pero tantas veces violada.

Las palabras de los profetas son de exhortación “Conviértanse al Señor, dejen sus caminos extraviados, para que el señor les cambie su corazón, les quita ese corazón de piedra y les dé un corazón de carne”.

Son palabras también de esperanza: “Vendrá un tiempo, en que el Señor hará una alianza, ya no escrita en tablas de piedra, sino en el corazón de cada uno”. ” Una muchacha virgen dará a luz un hijo, que será el Dios con nosotros”… “Creará Dios nuevos cielos y nueva tierra y recogerá el Señor a otro Pueblo de todas partes de la tierra”.

Estos anuncios de los Profetas que todavía resuenan en nuestros oídos, nos llenan de esperanza también a nosotros los de nuevo Pueblo de Dios, porque sabemos que finalmente somos liberados de nuestros enemigos, especialmente del más poderoso: el demonio “que es homicida desde el principio” ya que fue él quien mató a nuestros primeros padres y nos privó a nosotros también de esa vida. Por eso, llenos de alegría que nos anuncia la liberación y restauración completa, no podemos encerrarnos a gozar solos, sino que tenemos que anunciarla a otros para que todo el mundo conozca las maravillas que Dios ha hecho por nosotros; somos los profetas de Dios en nuestra boca debe estar siempre la palabra de Dios que lleve a todos, el anuncio gozoso de nuestra salvación y en nuestra vida debe estar continuamente el testimonio alegre del cumplimiento de la Redención.

Señor Jesucristo, qué quisiste hacerte niño como uno de nosotros para cumplir el deseo de salvación de tu Padre celestial.

Te pedimos nos des la alegría completa de sentirnos elegidos y salvados por Tí.

Oración Litánica

Oración final

 

9° día

NOVENO DÍA

JESUCRISTO, PROMESA CUMPLIDA DE DIOS

El Espíritu Santo, por cuya presencia, la Virgen María concibió a su hijo Jesucristo, entregándonos finalmente al Salvador por tanto tiempo esperado, ven a vivir a nuestras personas que han sido escogidas para el Templo de Dios.

 Al llegar el tiempo escogido por nuestro Padre Dios, después de habernos hablado de muchas maneras: por sus obras creadoras, por sus maravillas realizadas en el Pueblo escogido y por todos los profetas finalmente nos habla directamente por medio de su propio Hijo Jesucristo, El Salvador prometido y esperado.

Una muchacha de nuestro pueblo, preparado desde toda la eternidad por nuestro Padre Dios, embellecida con todas las virtudes, toda limpia inmaculada, recibe el anuncio esperado por tantos siglos: “Yo te saludo María, llena de Gracia El Señor está contigo”… Ella va a ser la Madre del Salvador. Como es natural, no sabe qué pensar, No sabe de gozo, corre a su familiar y amiga más cercana a comunicarle el anuncio agradable que le ha hecho en pocos instantes.

 “Bendita entre todas las mujeres, Bienaventurada en todas las naciones de la Tierra”.

La alegría ha llegado a la tierra. No somos ya, los infelices expulsados del Paraíso, ni los esclavos de Egipto, ni los cautivos de Babilonia y Siria, sino se acerca nuestra liberación: Somos ahora los posibles habitantes del cielo, Cristo es uno de nuestra raza humana, Jesús, el Salvador llevará a todos sus hermanos a la casa de Nuestro Padre Común.

 Jesucristo Niño tú que tuviste la humildad de nacer en la máxima pobreza, para asemejarse mejor al más pobre de los hombres, ya que para nosotros has nacido hace tantos años, haz que vivamos acuerdo con ese nacimiento que la alegría de hoy, nos recuerde y revive la Gran Alianza qué hemos hecho contigo, que tú sellaste con tu vida, con tu muerte y Resurrección.

(un canto popular a Jesús)

Oración Litánica

Oración Final

Oración para todos los días

En el nombre de Dios Padre que nos creó para salvarnos, y de Jesucristo su Hijo que nos eligió para redimirnos y del Espíritu Santo que nos congrega en una comunidad de escogidos. Amén.

ORACION PARA TODOS LOS DIAS

Señor, que creaste este mundo Maravilloso en que vivimos y para que no quedara sin quien los admirara y lo gozara, nos creaste a nosotros tus hijos a tu imagen  y semejanza con un entendimiento capaz de comprender y una voluntad que puede elegir entre lo mejor ; y una vez creados, no nos arrojaste al mundo sin rumbo y sin esperanza, sino que nos haces ser parte de un plan tuyo, pensando especialmente para favorecernos y poder después glorificarnos, haciéndonos todavía más semejantes a Ti; te pedimos: nos ilumines para encontrar y conocer bien nuestro lugar en ese plan, y poder colaborar a lo que Tú quieras de nosotros.

Y puesto que la desobediencia de nuestros primeros padres; Adán y Eva -para quienes estaban preparando el paraíso de delicias y la eternidad feliz-rompió en nosotros el equilibrio, de modo.

Que, ofuscados por las cosas  y deleites que no valen, te dejamos de seguir a TI, para Quien nos has creado; te pedimos que nos des fuerza para que a pesar de esas consecuencias del pecado original, bajo la luz esplendorosa de tu sanidad podamos también nosotros ser luz que guie a otros hermanos que has elegido, y atraiga a los que todavía no te conocen.

Esto te pedimos en nombre de tu Hijo, que se entregó a la muerte por salvarnos.

ORACIÓN LITANICA 

Oremos todos a Jesús Niño para que inspire y  proteja a nuestro Padre el Papa, a nuestro Padre Obispo y a todos los que tienen que regir la Iglesia  sobre nosotros.

ORACIÓN FINAL

¡Oh Dios! que cada año nos alegran con la esperanza de nuestra Redención; concédenos que así como recibimos alegres a tu hijo como Redentor, también veamos confiados venir como Juez al mismo Jesucristo Nuestro Señor: el cual siendo Dios vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.